La digitalización de la vida cotidiana y el crecimiento del e-commerce generaron una carrera por ofrecer modalidades de pago que satisfagan las nuevas necesidades de los consumidores, según un estudio de la consultora Accenture.
A raíz de la crisis del Covid-19, el ritmo del cambio en los comportamientos de consumo se ha acelerado. La era de la digitalización, las turbulencias geopolíticas y económicas y otros factores han modificado la forma en que las personas pagan y movilizan su dinero. Al mismo tiempo, las experiencias que ofrecen las redes sociales y el comercio electrónico generan nuevos puntos de referencia a la hora de pagar las compras. Los consumidores buscan tener cada vez más control sobre sus opciones de pago.
A medida que los métodos continúan evolucionando, crece el deseo de pagar en cualquier lugar, en cualquier momento y de diversas maneras. Eso llevó a una situación cada vez más compleja y fragmentada, con sistemas de pagos digitales innovadores. En este entorno, un informe de la consultora Accenture cuyas conclusiones reproducimos a continuación, identifica las formas en que los bancos, las empresas financieras y las entidades de pago incrementan su relevancia como acto final del viaje de compra del consumidor, y desarrollan distintas innovaciones.
Según el estudio, muchos consumidores están frustrados con las opciones de pago actuales, tanto presenciales como online. Las transacciones lentas, los pagos fallidos y la falta de apoyo por parte de los comerciantes a la hora de implementar sus opciones de pago preferidas, son algunas de sus mayores frustraciones. Además, aunque los consumidores confían más en sus bancos que en otros actores del universo financiero, están abiertos a nuevas formas de pagar. De hecho, un tercio de los consumidores que utilizan tarjetas de crédito como su método de pago principal para compras presenciales están considerando la opción de pasarse a métodos de pago alternativos. A su vez, la mitad de ellos planea cambiar a métodos que no cobren intereses, ya que buscan reducir el monto de su endeudamiento.
Los bancos emisores de tarjetas que se muestren tibios a la hora de innovar en cuanto a métodos de pago, podrían perder el 4,6% de los ingresos totales de compras con tarjetas (lo que equivale a 89.000 millones de dólares) en los próximos tres años. Por el contrario, los bancos que replanteen sus estrategias y aprovechen la confianza de los consumidores en su estabilidad y seguridad podrían expandir sus ingresos y su cuota de mercado.
(Puede continuar leyendo esta nota en la Edición Digital de Revista Punto de Venta N° 328).