Si bien en marzo el consumo masivo creció 1,6%, los datos de la consultora Scentia revelan que ese hecho se debió al crecimiento de las grandes cadenas de supermercados, que compensaron la caída que registraron los autoservicios independientes.
El cierre del primer trimestre de este año, no fue precisamente promisorio para la economía argentina, y por ende, tampoco para el consumo masivo. La inflación de marzo fue de 7,7%, acumulándose en el primer trimestre un incremento de 21,7%. La combinación de estos factores viene generando una presión alcista sobre la cotización del dólar. Todo esto acentuó la pérdida de poder adquisitivo.
Las cifras del relevamiento mensual de la consultora Scentia del primer trimestre muestran una evolución negativa, aunque leve, entre enero y marzo, pero con una notoria diferencia entre la performance que denotan los autoservicios y la que reflejan las grandes cadenas de supermercados. En el primer caso, las ventas siguen mostrando caídas interanuales importantes, mientras que las grandes superficies se ven beneficiadas por tener mejores precios.
De acuerdo con la consultora que dirige Osvaldo Del Río, si bien la variación trimestral fue negativa, marzo fue el primer mes, desde noviembre del año pasado, que mostró una suba del consumo en términos de volumen. El aumento fue del 1,6% respecto del mismo mes del 2022, pero este incremento se explica fundamentalmente por el alza del 10,4% que registraron las grandes cadenas. En el canal tradicional (autoservicios independientes), la demanda mermó 6,1% en el tercer mes del año.
Más allá del diferente poder de negociación con los proveedores que tienen las grandes cadenas versus los comercios de proximidad, la mayor brecha de precios se produjo a partir de los distintos acuerdos de precios que se han firmado en los últimos años y que siempre han funcionado exclusivamente en las grandes superficies, posibles de controlar.
(Puede continuar leyendo esta nota en la Edición Digital de Revista Punto de Venta N° 326).